viernes, 26 de julio de 2013

Laberintos: Después de todo; Febrero de 1857


Después de todo; Febrero de 1857

La palabra constitución viene del latín constitutio, Constitutionis, nombre formado a partir del verbo constituere (establecer, colocar, organizar, construir). Este verbo se forma con el prefijo Con (idea de conjunto) y el verbo statuere (colocar, situar, disponer, erigir). La Constitución también llamada carta magna es la norma suprema, escrita o no, de un estado soberano organizado.

En su historia como nación independiente a partir del siglo XIX, México experimento diversas formas de organizar el Estado; el orden social, político, jurídico, autoridad y composición territorial. Elementos que debían integrar el estatuto rector de la nación.

México a inicios de la segunda mitad del siglo XIX había transitado por las formas políticas de Imperio, monarquía constitucional, republica federa, centralista. Para 1854 se formula un nuevo Plan y en consecuencia un nuevo conflicto que dio como resultado un documento que tenía como objetivo establecer los lineamientos de México para final de siglo.  

La Constitución de 1857 tuvo su origen en el Plan de Ayutla; Este plan fue proclamado el 1 de marzo de 1854 por el Coronel Florencio Villarreal, militar nacido en Cuba a finales del siglo XVIII. Había sido integrante del Ejército Trigarante junto con Agustín de Iturbide y tras la caída de Vicente Guerrero de la presidencia, apoyo a Nicolás Bravo; del mismo modo, el Plan fue respaldado por Juan N. Álvarez  —militar que fue pieza clave durante la mayoría de los conflictos armados del México independiente; de la guerra de independencia hasta el derrocamiento del Segundo Imperio, cuyo monarca era Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena  miembro de la Casa de Habsburgo (Imperio Austriaco) y consorte de la princesa Carlota Amalia de Bélgica, hija única de Leopoldo I.

El objetivo del Plan de Ayutla era el desconocimiento del gobierno dictatorial de Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón,  presidente en once ocasiones e instaurado como dictador vitalicio con el tratamiento de Alteza Serenísima. Como político, divago entre las tendencias  monárquicas, republicanas, liberales y conservadoras.

Para la época, el Congreso estaba constituido por un número considerable de diputados liberales moderados y otros con tendencias del liberalismo puro y una representación significativa del conservadurismo.

Estas posturas político-ideológicas; por un lado, el liberalismo (de las raíces latinas liber-libre- y isimo-doctrina-); representa un sistema filosófico, económico y político que promueve las libertades civiles y es antagónico a las formas despóticas (raíz griega despotes –Amo absoluto-) apelando a los principios de la república, estado de derecho, democracia (demos-pueblo- y krátos- gobierno) representativa y división de poderes.

Y del otro lado del espectro político, el Conservadurismo (de las raíces latinas servare-tener, guardar, conservar- y Dor-agente); se denomina conservadurismo al conjunto de doctrinas, corrientes, opiniones y posicionamientos que favorecen tradiciones (latín traditio,  derivado de tradere- transmitir, entregar- y dare mandar), [   adversos a los cambios políticos, sociales o económicos radicales, oponiéndose al progresismo (latín progressus-avance-) tomando como eje fundamental  los valores éticos-morales y religiosos.

La conjugación del pensamiento de estos tres grupos dio por resultado la elaboración de una nueva Constitución. En ella, quedaron plasmados los ideales liberales pero no pudo resolver los graves problemas sociales heredados de la Colonia.
Como Presidente de la República, José Ignacio Gregorio Comonfort de los Ríos promulgó la Constitución.

La Constitución de 1857 estaba conformada por 8 títulos y 128 artículos, similar a la de  1824.Establecio el  Federalismo y la Republica Representativa.

Destacan los contenidos referentes a:

2. Abolición de la esclavitud. Libertad e Igualdad para todos

3. Enseñanza libre (ninguna limitación en favor del dogma) Establecía los lineamientos generales para la educación.

5. Nadie puede ser obligado a prestar trabajos personales, sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento.

7. Libertad de expresión. (Prohibición a la censura previa)

10. Libertad de portar armas.

13. Prohibición de fueros a personas o instituciones, supresión de tribunales especiales (Ley Juárez).

12. No se reconocen títulos nobiliarios.

22. Prohibición de penas por mutilación, azotes, y tormento de cualquier especie.

23. Abolición de pena de muerte, reservada solo al traidor a la patria, salteadores de caminos, incendiarios, parricidas, y homicidas con el agravante de alevosía, premeditación o ventaja. Así como delitos del orden militar o piratería.

27. Ninguna corporación civil o eclesiástica tiene capacidad para adquirir o administrar bienes raíces, a excepción de los edificios al servicio u objeto de la institución (antecedente de la Ley Lerdo).

30. Definición de nacionalidad mexicana.

31. Obligaciones de los mexicanos.

36. Obligaciones de los ciudadanos.

39. La soberanía de la nación dimana del pueblo.

50. División de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

124. Prohibición de alcabalas y aduanas internas.

128. Inviolabilidad de la Constitución.

·         Incluía un capítulo dedicado a las garantías individuales, y un procedimiento judicial para proteger esos derechos, el amparo.

·         Impulso la autonomía de los municipios en los que se divide políticamente cada estado.

·         Brinda autonomía de los estados para elegir a sus gobernantes y tener su propio conjunto de leyes.

·         Esta constitución le permitió a Benito Juárez promulgar las leyes que separaron definitivamente la vida civil de la religiosa.
En la ceremonia del juramento a la Constitución (05 de febrero de 1857), el diputado y presidente del Congreso, José María Valentín Gómez Farías (1781-1858) quien se habría desempeñado como presidente de la nación  en cinco ocasiones, se levantó de su escaño, ayudado por otros diputados, dada su salud y ancianidad, caminó hasta el centro del recinto y arrodillándose delante del evangelio, juró la nueva ley fundamental.

Laberintos... Una vez en México.


Érase una vez en México del Siglo XIX  
 
Previa a la instalación del Primer Imperio en el año de 1822 una vez consumada la independencia, el país contaba con todas las bases para dar continuidad a un sistema de gobierno monárquico. De acuerdo con la tradición política, aquel sistema resultaba la posibilidad más viable.
El Capricho del Imperio.  

Agustín de Iturbide, quien había sido propuesto como monarca, y además electo por aclamación, encabezó por algún tiempo una de las varias gamas monarquistas que existieron en México a principios de siglo XIX y aprovechó el ambiente de exaltación que le rodeaba para declararse emperador. Sin embargo, esa primera administración duró el tiempo necesario para revelar un grave problema, la persona encargada de  ocupar el trono no podía reducirse a la autodesignación. Salió a relucir la dificultad de la legitimidad dinástica y el rango real, y, aunque este primer intento de gobierno estaba programado para ser una monarquía constitucional y no absoluta, persistió “...la falta de respeto que sentían (los integrantes del Congreso Constituyente de 1822) hacia un hombre que sin mayor rango social del que podía tener cualquiera de ellos, había sido tan repentina y arbitrariamente improvisado en persona sagrada e inviolable”. Fue a partir de entonces que algunos monarquistas planearían la venida de un príncipe extranjero en aras de ocupar el trono de México y ofrecer protección a sus intereses económicos, políticos y culturales.
La aventura de ser República
El fracaso monárquico permitiría en el ambiente político, la exaltación de un grupo político que hasta entonces había permanecido a la sombra, el republicano. Esta facción intentaría adaptar en México por primera vez un nuevo régimen de gobierno, moderno y democrático, la República Federal (1824). Los republicanos asumieron que ese sistema atendería una necesidad primordial del país, la gran diversidad de intereses regionales y el federalismo otorgaría la libertad legislativa necesaria para cada territorio.
Ese primer ensayo republicano federal, cuyo modelo exitoso era la república del vecino país del norte, representaba la transformación de la sociedad mexicana en la que prevalecían tres siglos de dominación monárquica española.

“...la Constitución de 1824 tenía ante sí un largo y penoso proceso de lucha contra, precisamente las tendencias tradicionalistas y monárquicas que en grado muy considerable prevalecían en aquella época y durante las cuatro décadas siguientes”. (O’Gorman)
Vino entonces el segundo fracaso para el sistema de gobierno mexicano después de siete años de estar en marcha la república federal.
Los fracasos monarquista y republicano federal como formas de gobierno para México fueron resultado, en el primer caso, de la ilegitimidad que habría representado a ese primer imperio mexicano. Mientras que en el segundo de la transformación republicana que se pretendía realizar en la sociedad mexicana.
Debido a las desavenencias ocurridas durante la primera República Federal y el sistema monárquico,  en 1836 se implantaría otro sistema de gobierno consagrado en la Constitución de las Siete Leyes, la primera República Central; fruto de los liberales moderados.  Así los centralistas intentarían poner fin a las soberanías locales, aunque no a la particularidad de cada provincia.
De los Dos un poco…
La propuesta del, nuevo sistema, sería dotar a la República con características de una monarquía constitucional y al presidente de soberano. Cesaban las legislaturas de los Estados, se establecían Juntas Departamentales y los gobernadores quedaban sujetos al Ejecutivo.
Los grupos políticos que sostenían aquel sistema, era la gente que deseaba la centralización del poder en sus manos. La elite capitalista y empresaria que velaba por sus intereses económicos y que más tarde pediría la reinstalación de una monarquía en México. Tal fue el caso de Lucas Alamán y del liberal moderado, José María Gutiérrez de Estrada.
No obstante, la situación política de la República Central se complicó cuando Texas se constituyó en República independiente de México el 2 de marzo de 1836.  Durante gran parte del decenio que duró el centralismo, Yucatán fue virtualmente independiente,  estos hechos, provocaron el desmembramiento del territorio mexicano y sembraron el germen de una lucha entre quienes enarbolaban ideas republicanas federalistas, republicanas centralistas y monarquistas.

Con la pérdida de Texas, salió a relucir una grave dificultad: no existía un control político-económico-social del territorio mexicano. Ya fuera con la monarquía o con las repúblicas federal y central, la inestabilidad política en el sistema de gobierno mexicano continuaba y los distintos territorios de México no acababan por integrarse e identificarse

Tal situación fue aprovechada por Estados Unidos, aplica su doctrina expansionista planificando desde Washington anexarse a Texas, lugar habitado principalmente por estadounidenses y no por mexicanos. El proyecto Norteamericano, además plateaba apoderarse de California y Nuevo México, con pretextos  de ofrecer la libertad a los habitantes de esas tierras que "huían de los gobiernos tiránicos mexicanos".
Estados Unidos abraza la política proteccionista aplicada a los estados fronterizos y promueve las ideas republicanas federales.
El federalismo, puesto en marcha nuevamente en México en el año de 1846 otorgó autonomía a los estados, pero, a consecuencia de la constantes fracasos políticos se produjo una fase separatista y cada estado, percibido asimismo como nación independiente, luchando  por el resguardo de su territorio.
Cabe la pregunta, ¿por qué a los Estados Unidos les interesaba que México continuara con un régimen republicano federal?  Sobre esto podría considerarse que debido a que el Estado mexicano se encontraba en vías de su construcción política, el sistema federal implicaba, aunque bien pudiera parecer la unidad, la desunión de los estados que no acababan por identificarse con un gobierno vulnerable jurídicamente, esta situación resultaba benéfica para quien ofrecía seguridad y esperaba apoderarse de México.
La ambición estadounidense no cesó y con pretextos de una guerra absurda, aprovecharon la debilidad del gobierno de México, de no tener un buen ejército, armas y dinero, para hacerse de la Alta California, Arizona y Nuevo México. Así, para el año de 1848, los Estados Unidos se quedaron con más de la mitad del territorio mexicano (2, 400,000 km2).
Aquella pérdida sacudiría a todos los grupos políticos. Sin embargo, lo interesante de esta situación sería el beneficio que algunos monarquistas obtuvieron de este hecho, tal fue el caso de José María Gutiérrez de Estrada, José Manuel Hidalgo y el padre Francisco Javier Miranda (1816-1864). Estos personajes se encargarían a partir de aquella pérdida, de promover con mayor coraje sus ideas monarquistas e iniciaron una campaña enérgica contra el régimen republicano, sea federal, sea central.
Ante la apetencia estadounidense por México, algunos monarquistas encabezados por Lucas Alamán dieron a conocer en el periódico El Tiempo el 12 de febrero de 1846, las principales ideas de quienes ya se denominaron conservadores.  Básicamente esta asociación aspiraba a formar un partido fuerte que hiciera contrapeso a la facción republicana y al predominio de ideas federalistas del vecino país del norte. Para este grupo, el amago desintegrador no era producto de la casualidad, sino consecuencia del peligroso sistema republicano federal, por cuya causa se había perdido más de la mitad del territorio nacional. De lo anterior se deduce que tanto republicanos como monarquistas deseaban un ejecutivo fuerte capaz de apaciguar las aguas.
Con la problemática situación política mexicana, Lucas Alamán y Miguel Lerdo de Tejada (1812-1861) escribieron a Santa Anna sendas cartas, tras ser electo presidente por el término de un año según el Plan Arroyo Zarco (20 de octubre de 1852). El primero quería acabar con el federalismo, conservar la religión católica, establecer una nueva división territorial que borrara la forma de estados y fortalecer las escuelas de Artes y Oficios. El segundo pidió continuar con el sistema federal, la formación de un buen ejército, instrucción para el pueblo y corregir los abusos del clero.
Cabe resaltar que ambas facciones pidieron la inmigración europea, sin embargo, Alamán exigía además la asiática para el cultivo de productos tropicales. Pero acaso ¿no en Asia se practicaban otros cultos? y ¿no acaso los conservadores deseaban la preservación de la religión católica? Volvió a salir otro problema, la situación de la Iglesia en el nuevo Estado nacional.
Desde la independencia de México y aún antes, el clero como representante de la Iglesia era uno de los poderes legitimados en el gobierno. Además de esto, el clero también gozaba de inmunidad, así como del aprecio y respeto de la mayoría de los mexicanos, pues, eran ellos quienes encarnaban la idea de la divinidad. Hasta entonces, su figura dentro del gobierno y la sociedad se consideraba necesaria. El mismo clero creía que sin su presencia los hombres no podían gobernarse, ni ser felices.
De esa manera, el clero había adquirido amplios derechos dentro de la esfera política, social y económica. Al paso de los años aquel se transformó en una importante fuerza político-económica. Si bien la inmunidad concedida a los representantes de la Iglesia por los monarcas españoles los dignificaba por ser uno de los brazos de la monarquía española, también les permitía fungir con cargos públicos y adquirir bienes materiales. Pero cuando las ideas liberales reformistas se apoderaron del ambiente político mexicano, se planteó la necesidad de separar los poderes del Estado y de la Iglesia, así como la idea de tolerancia de cultos y la desamortización de los bienes del clero, sin que esto condujera al cese del catolicismo.
De hecho, ya desde 1833 el partido progresista encabezado por José María Luis Mora (1794-1850) había pretendido el sometimiento de la Iglesia dentro del Estado mexicano, sólo que como entonces existían ciertas prácticas coloniales que se mezclaban con asuntos civiles y eclesiásticos, se intentó que el Estado nacional ejerciera el Patronato y con esto “...convertir a los eclesiásticos en funcionarios públicos y a la Iglesia en un órgano del Estado”.
 Para la segunda mitad del siglo XIX y hasta la década de los sesentas con el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano, la situación para el clero fue más crítica. Para entonces se justificó jurídicamente la separación de poderes Iglesia-Estado. El sistema monárquico se presentó bajo una contradicción política, con una doctrina liberal encaminada a la construcción de un Estado moderno donde el monarca no se subordinaría al poder de la Iglesia y con ejercicio de la soberanía nacional, según lo dejó ver Maximiliano (1832-1867) con los Notables al exigir una prueba de ser aclamado por los mexicanos.
Sin embargo, la Iglesia negaba el principio de soberanía nacional, principalmente porque le restaba privilegios al subordinarse a otra potestad. De acuerdo a las políticas liberales reformistas y maximilianistas, el Estado y no la Iglesia debía fijar las reglas políticas, económicas y sociales. Por otro lado, la idea de tolerancia de cultos implicaba la apertura al capitalismo previsto por la doctrina liberal, era la posibilidad de enriquecer al país. Esa idea fue tomada por el clero y los monarquistas conservadores, como un ataque a las tradiciones y a la religiosidad de los mexicanos.
La idea de tolerancia manifestada en ley desde el 4 de diciembre de 1860 y reafirmada por Maximiliano, puso en peligro las condiciones favorables del clero y los monarquistas conservadores. Queda claro entonces que se trataba de una lucha anticlerical, no antirreligiosa.
El 20 de abril de 1853, Santa Anna asumió el poder y con apoyo de Alamán se publicaron las Bases para la administración de la República. En ese documento, el grupo monarquista sembraba las bases para establecer un poder que frenaba al federal.  Entonces Santa Anna estableció un gobierno dictatorial investido de monarquía, al grado de nombrarse Alteza Serenísima. Pretendió ser soberano de una nación que había rechazado en 1822 a un nacional como monarca y al mismo tiempo buscar ayuda de un ejército europeo para su protección, es decir, una monarquía nacional con intervención armada.
La nueva mutilación del territorio nacional en 1853 y la situación de disgusto creada por su Alteza Serenísima, influyeron en el estallamiento de la Revolución de Ayutla. Básicamente la revolución se impuso contra el gobierno de Santa Anna, por haber infringido las instituciones liberales republicanas. Pronto la presión política hizo que Santa Anna renunciara al poder en el año de 1855. Ahora tocaba a sus opositores mediante el Plan de Ayutla (1 de marzo de 1854) luchar para restablecer el régimen republicano, fuera bajo sistema federal o central.
Ya desde 1851 un monarquista francés cuya doctrina política se dijo liberal, inauguró un sistema monárquico constitucional que sin el derecho divino, se proclamó por soberanía popular, Emperador de Francia. “Napoleón III, renunciando a la teoría del origen divino del Imperio, como aconsejaban los sucesivos desastres de la monarquía, se limitó a sustituir la vieja concepción por otra que presentaba al emperador como la encarnación de la soberanía popular”. Luis Napoleón (1808-1873), sobrino de Napoleón el Grande, quebró su juramento a la República francesa y sin tener más rango real que el de su tío, rompió con el concepto del poder absoluto por el de soberanía popular.

México, el país que no funcionaba como República y que España le había acostumbrado a funcionar bajo un virreinato, fue uno de los objetivos de Napoleón III. Y ante los disturbios políticos en que se encontraba el país, el Emperador francés “creyendo que el legado de su tío estaba en continuar las conquistas territoriales (...) mandó sus soldados a México. Todo esto mientras engrandecía y embellecía a París y conspiraba contra las libertades públicas; conspiraba también contra la soberanía mexicana”. Esta fue la postura de un monarquista que desde el viejo continente, planeó la intervención francesa y la creación de una monarquía favorable a sus intereses y al pujante liberalismo económico europeo, pero también contra el expansionismo norteamericano.

En México mientras tanto, los grupos políticos liberales, admitían como primera necesidad un régimen de gobierno estable y con un orden interior que abriera el camino al capitalismo. Una vez electo Juan Álvarez (1790-1867) como presidente en el año de 1855, tuvo lugar el dilema entre las distintas facciones. Aquellas divergencias dieron por resultado las leyes que fueron bandera de la Reforma, pero también objeto de censura de algunos miembros del clero y del grupo monarquista conservador.

Reunido el Congreso Constituyente a principios de 1856, el alegato giró en torno a dos cuestiones: primera, la elaboración de una nueva legislación y segunda, la restauración de la Constitución de 1824. En otras palabras, entre tintes de ideas avanzadas y drásticas cuyo primordial interés era la transformación de la sociedad y gamas tonales inclinadas a frenar una reforma trascendente y orientada a los cambios paulatinos.

Algunos partidarios de ideas avanzadas, como Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), Guillermo Prieto (1818-1897) y Ponciano Arriaga (1811-1863) y a diferencia de los tonos moderados como Ignacio Comonfort (1812-1863) y José María Lafragua (1813-1875), querían realizar cambios en la legislación e implantar leyes que colaboraran al progreso económico, político y cultural de la República. Y es que sin duda alguna, de aquellas sesiones como lo fueron las Leyes de Reforma y la nueva Constitución de 1857, resultaron medidas drásticas que a pesar de estar diseñadas para el progreso del país, fueron también el detonante del periodo conocido como la Guerra de Tres años.
Aquella legislación era arbitraria. Lo era porque tocaba un punto vulnerable de México: una sociedad que no acababa de sobreponerse a la transformación de sus tradiciones. Tradiciones en las cuales no encajaban esas leyes fabricadas por liberales cuya doctrina política estaba pensada para el porvenir y no para su realidad socioeconómica presente. Vino así el desconocimiento de esa legislación por parte de Félix Zuloaga (1813-1898), quien representaba una parte de la facción conservadora y quien además fue nombrado Presidente de la Republica, una vez que Comonfort abandonó el país. Al mismo tiempo, la renuncia del último representó la toma de posesión de Benito Juárez (1806-1872) como Presidente interino, quien hasta ese momento había ocupado el cargo de Vicepresidente de la República.  Esto ocasionó una dualidad de poderes en el país.
Una vez Juárez en el poder, reivindicó la Constitución y las Leyes de Reforma y abandonó la capital, debido a que la facción conservadora representada por Zuloaga se había adueñado de aquel sitio. Juárez entonces instaló su gobierno en Guanajuato primero y al año siguiente en Veracruz. Y, así, con la dualidad de poder, tuvo lugar la pugna entre facciones. En el fondo el asunto giraba en torno a dos problemas centrales: la transformación violenta del modo de vida de la sociedad mexicana y  la conservación de las tradiciones, hábitos y modos de vida, así como la creencia de que ésta progresaría mediante las relaciones monárquicas. La Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma atacaban principalmente las costumbres, así lo consideró el clero y los monarquistas conservadores. Para éstos, aquella legislación fue una violación a la práctica de sus creencias y el clero que a lo largo del siglo XIX había sido partícipe de la política de México, se encontró cada vez más impotente frente a la Reforma.
Bajo este contexto, otro grupo político “...que no estaba ni con Juárez ni con Zuloaga”, se pronunció contra el gobierno establecido. El general Miguel Miramón (1832-1867), cabeza de aquel grupo, asumió la Presidencia de la República desde el 2 de febrero de 1859. Este gobierno fue desconocido por Juárez y un año y medio después fue derrotado.  Una vez victoriosos los republicanos juaristas se instalaron en el país los postulados liberales. Sin embargo, cuando Juárez entró a la capital el 11 de enero de 1861, se encontró con una economía en bancarrota y con una sociedad que no encajaba dentro de la legislación reformista.
Con todo, el dominio de los liberales republicanos en México durante esta época y hasta el Segundo Imperio, sería precario o constantemente amenazado por los monarquistas que deseaban la continuación del antiguo régimen imperial. Ambas matizaciones políticas, que a su vez abarcaban otras, perseguirían tres cosas: la entrada del capitalismo en México, la conservación de sus intereses y, finalmente, el orden interior, el problema fue que no existió acuerdo en sus propuestas políticas como tampoco en relación a la forma de gobierno para México.

Agradecimientos a Alejandra López
 

jueves, 18 de julio de 2013

Latitudes del Lenguaje

De la interioridad a la sublimé percepción del lenguaje
De lo Sublimé….

-No tiene sentido que te lo diga porque no me entiendes-
Abstracto
El lenguaje representa, para el objeto de este trabajo, dos sentidos. Por un lado, es un código de transmisión de contenidos semántico que se ajustan a una normatividad fonéticas, sintácticas y morfológicas.
La estructuración gramatical o lingüística no denota un interés en este trabajo; y el mantener al margen estos aspectos no significa demeritar su importancia, validez o complejidad, sino, enmarca aquellos lineamientos que implica el contenido del lenguaje en lo referente a la intencionalidad y la percepción en la producción de contenidos mentales.
La organización de esta reflexión no versa en el sentido científico riguroso, es solo un pensamiento que busca ser e interactuar. Comprender como la estructuración del contenido y sentido del lenguaje y la capacidad o incapacidad para descifrar los contenidos mentales (lo que pienso, lo que expreso y lo que lees) como son y funcionan, Sublimación.
En la tradición psicológica la sublimación se comprende como un fenómeno psíquico por el que un impulso se manifiesta a la conciencia en forma de otro considerando como más elevado, a través de un mecanismo de conversión.
De manera asociativa, la sublimación está vinculada a la noción de signo, elemento sensible o perceptible que representa a otro elemento.
                "La asociación de un significante y un significado por medio de una relación estrecha pero arbitraria o motivada" -Signo Lingüístico-  (Sarssure)
...una palabra no es solo en el sentido gramatical. No es palabra solo por poseer una estructura morfo-sintáctica o semántico-fonética, sino es, en sí al momento de atribuirle la emotividad y la significación que le adjudica quien la emite y la interpretación y sentido de quien le da lectura.
La capacidad de la lengua de manejar cualidades, cuantificaciones, modos de ser o estar, permiten atribuirle al lenguaje una carga psicológica y social.
Toda designación de sentido posee en si un aprendizaje cultural, que es interiorizado por el individuo y le permite dar significación al lenguaje. Por ejemplo, la palabra muerte no es solo una estructura morfosintáctica, sino, tanto para quien la emite y para quien la recibe puede bajo ciertas condiciones representar un estado psico-afectivo y conductual determinado por un aprendizaje social previamente interiorizado.
En este planteamiento, la palabra no es solo en el sentido lingüístico sino se asume como un comportamiento, una emoción o sentimiento así como un simbolismo cultural.
En ese sentido, Jacques M. Lacan, expone la constitución subjetiva del lenguaje como una estructura dinámica en tres registros; En primera instancia el registro de  lo real,  lo real es aquello que no se puede expresar como lenguaje, lo que no se puede decir, no se puede representar, porque al representarlo se pierde la esencia de éste… por ello, lo real está siempre presente pero continuamente regulado por lo imaginario y lo simbólico.
En un segundo término, Registro de lo Imaginario. Lo imaginario está constituido en un proceso que requiere una cierta enajenación estructural; es el reino de la identificación espacial que inicia en un estadio del espejo y es instrumental en el desarrollo de la agencia psíquica.
En este proceso de formación que el sujeto puede identificar su imagen como el “yo”, diferenciado del “otro”. Lo que se designa como “yo”  es formado a través  de lo que es el otro; Forma primitiva del pensamiento simbólico.
En última instancia; El registro de lo simbólico. Lo imaginario o aspecto no lingüístico formula el conocimiento primitivo del “yo” en tanto lo simbólico –término que utilizaba la colaboración lingüística (lenguaje verbal coherente)  genera una reflexión a nivel comunicativo del conocimiento primitivo del “yo” y crea un primer conjunto de reglas que  gobiernan el comportamiento e integran a cada sujeto en la cultura.
                “….El lenguaje construyo al sujeto y el humano padece este lenguaje por que le es necesario y le aporta a cada sujeto una calidad heurística” J. Lacan.
Con el lenguaje simbólico se piensa, con este lenguaje se razona; con tal  lenguaje existe la comunicación – Simbólica entre los humanos-.  El ser humano es un ser simbólico.
El sujeto es sujeto a partir del adiestramiento de los registros que le permitirán manejar los planos de expresión y contenido y con ellos poderse conducir en su plano social. Es decir, Lo que se convierte en el sujeto propiamente se desarrolla mediante su incepción en el orden simbólico.

“Al momento en el cual el infante adquiere la habilidad de utilizar el lenguaje, es decir, materializa su deseo mediante el discurso”<Lo imaginario y el concepto del Otro> (Lacan)

miércoles, 17 de julio de 2013

Competencias Laborales

Evaluación  y  certificación  de competencias  laborales  en  México.
En el marco de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se decidió implantar el sistema de educación y certificación basado en normas de competencia laboral en México.

La formación basada en competencia laboral  proviene de una  corriente de pensamiento social  contemporáneo que  pone  énfasis en la vinculación entre el sistema educativo y  el productivo para lograr la afinidad entre la capacitación de la mano de obra y las necesidades de las empresas.

El  sistema    inició  en  el  Reino  Unido  en  la  década  de  los  ochenta;  después  se implementó  en países como Australia, Nueva Zelanda, Francia, Alemania, Estados Unidos y  Canadá. Al adoptar el sistema  se esperaba  que la competitividad de la  mano de obra mejorara; sin embargo, los estudios realizados no han sido suficientes para saber si se han  alcanzado  estos  objetivos.
Definir el  concepto de  competencia  ha sido difícil  porque es  un constructo que se  deduce  del desempeño de los individuos y  deriva de su dominio de conocimientos, valores, destrezas y actitudes necesarias para la realización de un trabajo efectivo.

Por competencia laboral se entiende la capacidad productiva de un individuo que se define y mide en términos de desempeño en un determinado contexto laboral; contempla los conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes necesarias para la realización de un trabajo efectivo y calidad.

El sistema de competencias laborales en México se ha desarrollado en dos vertientes: la  educativa y la laboral.


Resultados generales del sistema de evaluación y certificación en México.

El sistema de evaluación y certificación de competencias laborales en México inició a finales de 1993 mediante un proyecto sobre educación tecnológica y modernización de la capacitación que desarrollaron de manera conjunta la  Secretaría de Educación Pública y la Secretaría del  Trabajo y Previsión Social. 

Dos años después se  creó  el  Consejo de Normalización y Certificación de la Competencia Laboral (CONOCER) que es la base para la operación del Proyecto de Modernización de la Educación Técnica y la Capacitación (PMETyC).

Este proyecto que inició con un fondo de  30 millones de dólares aportados por el Banco Mundial  pretende actuar sobre el sistema educativo y el laboral con planes y programas de estudio, basados en normas de competencia laboral en instituciones de educación técnica. Inicialmente el proyecto se limitó a instituciones terminales como  el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep),  los Centros de Capacitación del Trabajo Industrial (Cecatis), y los Centros de Estudios Tecnológicos Industriales (Cetis).  En la segunda fase del proyecto se incluyeron otras instituciones como las de  educación superior que estaban interesadas.

Las acciones de CONOCER para desarrollar el sistema desde el punto de vista laboral han  contemplado las siguientes acciones:

a)   Se creó el Sistema de Normalización de Competencia Laboral,  que es responsable de elaborar las normas técnicas que deberán utilizarse para evaluar la competencia laboral de un individuo.
b)   Se establecieron mecanismos para crear y operar el sistema de certificación. Se   acreditaron  organismos certificadores,  que a su vez acreditan a centros de evaluación. Estos organismos son responsables también de elaborar los instrumentos de evaluación para cada norma que certifican para la emisión de certificados y para  la formación de bases de datos para el control.

En México, la certificación no es obligatoria,  pero  se empiezan  a desarrollar mecanismos  para  transformar  la  oferta  de  formación  y  capacitación,  así  como para estimular la certificación de competencias; algunas empresas se están organizando por competencias y seleccionando personal certificado.

En  2003,  el Banco Mundial le retiró el apoyo a CONOCER porque los resultados de la gestión  no correspondieron a la propuesta presentada, además, hubo un reporte de incumplimientos.  El sistema se paralizó por un tiempo y  entró en una etapa de redefinición de estructura jurídica. De acuerdo con el último comunicado, la Secretaría de Educación Pública será  la  responsable del PMETyC y concentrará la administración de la  educación, capacitación y normalización para lo cual contará con un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por 204 millones de dólares.

A este crédito se  podrá acceder  en  los próximos  seis años, siempre y cuando se  cumplan las condiciones señaladas en el Programa Multifase de Formación de Recursos Humanos Basada en  Competencias.  El programa señala  que  promoverá    la  competencia  laboral  en  las  empresas  mediante    una estrategia de focalización en cuatro sectores de la economía:
a)   Fabricación de aparatos domésticos. En este sector,  la norma se enfocará a los servicios  posventa;  se  estima certificar  9 400 trabajadores en los próximos cuatro años. 
b)   Minería. Este sector  ya cuenta con 10 normas y se considera desarrollar cinco nuevas normas en las que se pretende certificar  9 600 personas  en actividades que incrementen seguridad y reduzcan accidentes laborales.
c)    Distribución de llantas. Se certificará en servicios de posventa,  mantenimiento y reparación de llantas para lo que se pronostica certificar a 5 000 personas  en los próximos tres años.
d)   Turismo. Se busca reducir costos administrativos y operativos, así como mejorarla calidad de los servicios y piensan  certificar a 7 590 personas.

A continuación se presentan algunos resultados que nos permiten ubicar de manera general los resultados del  sistema.

Inicialmente, el CONOCER realizó la promoción del sistema de certificación dando apoyo económico a los organismos certificadores,  por lo que se aprecia un rápido crecimiento de los cuatro indicadores  hasta el año 2000 (Ver cuadro 1).

Después  se  observa  una  disminución  en  la  creación  del  número  de  centros  de evaluación  y en  el número de normas creadas. Sin embargo, la emisión de certificados siguió creciendo hasta el 2002 en que se alcanzaron 58 mil certificaciones anuales.

Cuadro 1
Indicadores del sistema de certificación y normalización de competencia laboral en México
Año
Creación de nuevos organismos certificadores
Creación de nuevos centros de evaluación
Números de normas elaboradas
Emisión de certificados por unidad dictaminada
1998
7
9
150
364
1999
5
158
155
5621
2000
11
433
141
47396
2001
7
212
72
46787
2002
2
390
89
58000
2003
cero
122
60
47738
Total
32
1324
667
205906

Fuente: Resumen de resultados  de CONOCER 2002 y 2003*Debido a que un mismo centro de evaluación se puede certificar dos veces, en realidad existen  1 068 centros

En  2003 hubo una ligera  disminución de la actividad que podría explicarse por falta de credibilidad del sistema,  debido a que el Banco Mundial les retiró el apoyo y ha sido  necesario redefinir las figuras jurídicas.9 Respecto a la elaboración de normas se observa que el número ha ido disminuyendo cada año, además de que su uso no es el esperado: de 667 normas elaboradas, únicamente 308 fueron adquiridas por los organismos certificadores; éstos a su vez otorgaron los derechos de 256 normas a los centros de evaluación, quienes mantienen en uso 170 normas. Tener en actividad solamente   28% de las normas  es alarmante si se considera que en promedio cada norma ha costado 27 mil dólares.

Referencia.